miércoles, 23 de marzo de 2016

Ultima vez

Conoces las zapatillas que llevas puestas, no es la primera vez que te las pones, ni la segunda. Y por eso al llegar a casa te las quitaras con la ayuda del otro pie, sin ni siquiera preocuparte si se están ensuciando. Pero si fuera la primera vez que te las pones, te las quitarías delicadamente y las acomodarias una al lado de la otra. Sólo si fuera la primera vez. Ahora no. Ahora llegas a casa después de un día agotador y tiras el bolso y el celular en la cama, pero si fuera nuevo lo dejarías en la mesa y hasta tendrías miedo de que se rayara.
Y lo mismo pasa con las personas, con tu pareja, con tu familia, tus amigos. Sabemos que están allí, y dejamos de mirarlos como la primera vez. Han pasado a la historia las miradas del primer encuentro, y tener que pensar la frase perfecta antes de decirla. Hemos dejado de conquistar día a día. Porque ya no es nuevo. Porque se consume.
Consumimos objetos, ropa, viajes, espectáculos, experiencias y hasta consumimos personas. Y con las personas el amor. Y el amor no debe consumirse. Porque si fuera la primera vez que llamaras a alguien, no te quedarías callado al otro lado del teléfono, le preguntarías hasta el más mínimo detalle: hasta la ropa que lleva puesta. Si fuera la primera vez que vieras a esa persona, te hubieras fijado en el color de sus uñas, en el color de las medias y el perfume que llevaba puesto se te hubiera quedado grabado para recordarlo cuando te despidiera. Si fuera la primera vez que viajas, te acordarías del número de asiento donde estás sentado, de la música que sonaba cuando despegabas y hasta del nombre de la azafata. Si fuera la primera vez que duermes junto a alguien, habrías cambiado las sábanas, perfumado la habitación y no oa habrias dejado de abrazar en toda la noche.
Y lo mismo pasa con las últimas veces. Lo que pasa es que no sabemos cuándo será la última vez que vayamos a ver a alguien, o que vayamos a usar algo. Y continuamos actuando como si no pasara nada. Pero si fuera la última vez, ¿cuántas cosas cambiarías? Si fuera la última vez que vieras a tu hermano seguramente le darías tantos consejos como abrazos pudieras. Si fuera la última vez que pudieras escribir, dejarías una carta despidiéndote y agradeciendo a quien lo mereciera. Si fuera la última vez que vas a dormir, no dormirías. ¿Dónde irías si fuera la última vez que viajaras? ¿Lo has pensado? Pues ese destino que tienes en mente, es el que tienes que hacer, esos consejos y abrazos que le darías a tus seres daselos ya. Y no esperes al último día para agradecerle algo a alguien. Los últimos días nunca están señalados en el calendario.

domingo, 20 de marzo de 2016

No todo es lo que parece

No siempre uno obtiene lo que espera. Y ni hablemos de lo que uno quiere no?.
Hoy por hoy, hablamos de "casa" como un refugio. Como él lugar de descanzo y paz que tenemos al final del día. Él sitio donde podemos ser tal cual somos, andar como caímos al mundo sin ningún pretexto. Pero es ahí mismo, donde de un momento a otro podemos cambiar de sentimiento en un solo parpadeo. Del disfrute extremo a la desesperación total. Es una especie de abrazo. De lujuria rústica.
Pero como bien nombre arriba, no todo es lo que parece.
 No toda CASA es una "casa". Quizás es un pedacito de tierra. Un árbol añejo. Un banco en la ciudad. Un ratito de musica. Una película y un buen trago de café. Todos tenemos alguna casa. Un lugar en él cual somos felices ( por lo menos por un rato).
 Pero a veces, hay alguien, a quien no llamamos "casa". Pero da los mejores apretones, que llegan a lograr mimos que nadie puede lograr. Que juntan un bolsón de emociones que nos hacen sentir felices. Como, a veces, en casa.